24/9/05

Una insulina basada en los simuladores de incretina, clave para la diabetes tipo 2 *


Una insulina basada en los simuladores de incretina, clave para la diabetes tipo 2

La cita europea de la Asociación para el Estudio de la Diabetes (EASD, por sus iniciales en inglés) fue el escenario elegido para presentar las últimas novedades en el tratamiento de esta enfermedad. Así, la exenatida compone una nueva insulina inyectada para diabéticos tipo 2 con la misma eficacia que la insulina glargina.


Quién le iba a decir al lagarto Gila —nativo de Norteamérica y habitante en desiertos de México y el sudoeste de Estados Unidos— que se convertiría en objeto de estudio para el tratamiento de la diabetes tipo 2. Fue en los noventa cuando un grupo de investigadores descubrió que la exedin-4 del Gila actúa de manera muy similar a la hormona digestiva humana llamada péptido-1, semejante al Glucagón (GLP-1), pero con la ventaja de permanecer mucho más tiempo en el organismo.

Gila se alimenta dos o tres veces al año y el almacenamiento de esa ingesta le permite mantener los niveles de energía durante largos periodos de tiempo. Cuando este reptil come, una glándula salival modificada libera en su boca una hormona llamada exedin-4, que se vierte al tracto digestivo y al torrente circulatorio. Así nació esta investigación, pues en base al descubrimiento de las acciones del exedin-4, semejantes al GLP-1, las compañías farmacéuticas Lilly y Amylin han trabajado codo con codo para desarrollar una versión sintética de exedin-4. La clave reside en que esta hormona permite al organismo segregar insulina sólo en respuesta a los elevados niveles de glucosa. Además, y no como la GLP-1, tiene una duración mayor en la circulación porque se metaboliza rápidamente y aumenta los efectos reguladores de la glucosa.

Los resultados de estos trabajos se revelaron durante el 41º Congreso Anual de la EASD, que sirvió también de escenario para anunciar que exenatida (comercializado en EEUU por Lilly y Amylin como Byetta) fue aprobado por la agencia estadounidense del medicamento (FDA) el pasado abril. En Europa, los ensayos clínicos de este fármaco están en fase III y se espera que la EMEA ‘dé su visto bueno’ en el primer semestre de 2006.

Tal y como explicó el profesor Francesco Giorgino, uno de los investigadores del estudio, durante el congreso, este principio mejora los niveles de glucosa con la misma eficacia que la insulina glargina en los pacientes con diabetes tipo 2 que no pueden alcanzar un control aceptable del azúcar en sangre con metformina y sulfonilurea, dos antidiabéticos orales habituales. Basado en el nuevo grupo terapéutico de los miméticos o simuladores de la incretina —imitan el incremento de la secreción de insulina dependiente de glucosa, así como otras acciones glucorreguladoras de las hormonas incretinas—, este fármaco inyectable presenta diversas ventajas.

Según explicó Miguel Puig, endocrino del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínic (Barcelona), esta insulina permite una dosis fija, reduce entre un punto y un punto y medio la hemoglobina glicada, disminuye el A1C y las excursiones posprandiales (niveles de glucosa después de las comidas), no produce hipoglucemia y reduce el peso, “fundamentalmente porque los pacientes comen menos”. Eso sí, “lo más incómodo” es el efecto nauseoso que produce, aunque parece que se puede minimizar “disminuyendo la dosis y aumentándola poco a poco en varios días”, dijo.

Cita con la investigación

Que las personas con diabetes pasen de la inyección al inhalador podría ser cuestión de tiempo. Según los resultados de un estudio clínico en fase II sobre insulina inhalada en personas con diabetes tipo 1, quienes usaron este sistema alcanzaron niveles de glucosa en sangre similares al de los que fueron tratados con insulina inyectada. En la comparación de su seguridad y eficacia, ambos tratamientos fueron bien tolerados y, según los autores del estudio, el 80 por ciento de los pacientes prefirió el sistema de inhalación. Además, Lilly aprovechó la cita europea para anunciar los resultados de un estudio piloto de un año que ha examinado el efecto del mesilato de ruboxistaurina en pacientes con diabetes tipo 2 y enfermedad renal (o nefropatía diabética). Así, los datos mostraron que en personas tratadas con inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina, bloqueadores del receptor de la angiotensina o ambos, la ruboxistaurina disminuía la albuminuria (indicador del daño renal diabético) en un 24 por ciento.

Según afirmó la doctora Katherine R. Tuttle, investigadora principal de este estudio, los resultados han sido “esperanzadores”, puesto que la mejora de la albuminuria con ruboxistaurina en los pacientes tratados “sugiere que este fármaco puede reducir la progresión de la enfermedad renal”.

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